Resulta que hace unos días perdí mi
Sony Ericsson K800i. Putada.
En fin, no hay que tener apego a las cosas materiales, ya me compraré otro mejor, la vida sigue, etc., etc... en realidad, todo un rollo autocomplaciente para superar el trauma, ya sabéis.
Tampoco es para tanto, me digo, llamo a Vodafone y seguro que me envían otro igualito, súper rápido. Fácil.
Llamo a Vodafone. Una sudamericana que habla igualito a una churri que conocí en el Vips me comenta que no. Que no hay disponibilidad. Que sí sale en el catálogo, pero que no hay. Y que probablemente ya no lo repongan.
Joder. Cuelgo. Entro en
www.vodafone.es, programa de puntos, busco otras opciones. No veo nada interesante. Bueno, algo sí.
Nokia N70. Daniela lo tiene. Parece que está contenta. Sólo hay un problema: odio los Nokia. Sí, ya lo sé, todo el mundo los ama. Yo los odio. Pero le daré una oportunidad. He leído las reviews de este móvil y la gente es unánime, el Nokia N70 es la caña. Le dan de 9 para arriba. Lo encargo. Miro una foto. No está mal:

Me llega ayer por la mañana. Envío rápido, tres días. Bien. Estoy ilusionado. Abro la caja. Bien. Creo que he acertado. Examino el móvil. Pelín grande, mucho plástico. Tacto como de hueco. Bueno, no pasa nada.
(¿No pasa nada? ¿Recuerdas el dulce veteado en sublime negro ébano de tu flamante K8ooi?)
Enciendo. Mmmmm.... Menor resolución de pantalla que el Sony Ericsson K800i... vaya.
(Jajaja!!!! ¿Vaya? Haz memoria, Laguna. ¿Qué sensación te produjo el K800i la primera vez que se iluminó su pantalla? ¿Cómo te referiste a eso? Luz de los dioses, dijiste, ¿verdad?)
Jugueteo por el menú. Joder. Qué complicado y qué poco intuitivo es. Tendré que leer el manual...
Leo el manual. ¿Será posible que en ninguna parte te indica cómo coño se bloquea el teclado? Pues sí, es posible. Llamo a Daniela para que me lo explique. ¡Es mi primera llamada con esta terminal! La sensación que me produce es como si me llevara una puta pastilla de jabón Dove a la oreja. Habrá que acostumbrarse, pienso, todo requiere un período de adaptación...
(Pero piensa también que con el Sony Ericsson K800i eso no te pasó, Laguna. No necesitaste de ningún período de adaptación. Todo era como tenía que ser. Exactamente como tenía que ser. Eso te gustó mucho, Laguna. Eso te satisfizo).
Recibo un sms. Joder, qué vibración más chunga. La malas vibraciones van in crescendo...
...tranquilo, me digo. Tranquilo. Es un buen móvil.
(¿No has leído las reviews? Le dan de 9 para arriba).
Entro en el modo cámara. 2 megapíxeles. He perdido 1,2 en relación con mi anterior móvil. Pero eso ya lo sabía. Es más, en un teléfono es muy discutible la conveniencia de disponer de más de 2.
(Sí, sí, lo que tú quieras. Pero en el otro tenías 3,2 megapíxeles...)
Voy a tirar alguna foto de prueba. Me acerco a la Harley, aparcada en la acera. Hay suficiente luz. Encuadro. Pulso medio recorrido del botón de disparo, para enfocar. Mierda. No tiene modo enfoque. Claro, como la mayoría de móviles con cámara...
(El que sí que enfocaba era el anterior, ¿te acuerdas, Laguna? Se llamaba Sony Ericsson K800i. Es el móvil que perdiste. Es el móvil que ya no tienes. Tecnología Cyber-Shot, con Auto Focus y Flash Xenon).
Me empiezo a poner sumamente nervioso. Enciendo un cigarrillo. Una gota de sudor resbala a cámara lenta por mi frente.
(Bueno, Laguna. Ya te lo cambiarás. ¿Cuánto dura un móvil? A ti te duran poco, he visto. Una media de 6 meses, ¿no? Jajajaja... 6 meses con este tocho.... Que te vaya bien durante 6 meses en la Laguna Estigia en la que has caído, querido Laguna. ¡Que te vaya bien en el Purgatorio!)
Desesperado, entro en Ebay. Búsquedas. K800i. Encuentro uno nuevo, por desembalar, con opción "cómpralo ya", sin subasta.
No miro el precio, le doy al intro y siento cómo me invade inmediatamente una sensación de placer, una sensación como de volver a casa, mientras dejo que una sonrisa se dibuje serenamente en mi rostro...
(¿Ya? ¿Ya has acabado? Bien hecho, Laguna, bien hecho. Te voy a decir algo más: me encanta dominarte, querido. Me encanta ser el que maneja los hilos de tu existencia).
(Sin mí no eres nadie).